Arte y parte nº 111 (junio-julio 2014)

VVAA
Editorial: Arte y Parte
Encuadernación: Paperback
Medidas: 17.50 x 23.50 cm

En la célebre conversación mantenida, hace ahora ya casi cerca de un cuarto de siglo, entre el escultor Michael Craig-Martin y Richard Hamilton, y en la que se rememoran aspectos sustanciales de la trayectoria del segundo, encontramos algunas afirmaciones en principio un tanto paradójicas, que hacen que, en conjunto, la charla arroje una percepción de su figura mucho más ambivalente y compleja de lo que se suele trazar en el perfil más tópico. Ambivalente complejidad que tan a menudo distingue a los creadores de auténtica talla mayor, como es el caso también del entusiasmo y generosidad que mantendría hasta el final, tal y como pudimos comprobar en Arte y parte al contactar con él, en 1999, solicitando permiso para publicar el artículo histórico que dedicó, en plena eclosión del movimiento pop, a su colega estadounidense Roy Lichtenstein.\n\nSorprende por ejemplo en la citada charla que alguien como él, a quien se atribuye una aportación tan transgresora y radical en la actitud frente a las estrategias creativas, insista de entrada en calificarse como un artista a la antigua usanza en el sentido más puro del término. Como también que, sin hacer mayor mención a la condición de fundador absoluto del pop con la que se le identifica, confiese que al conocer lo que hacían sus colegas de la vertiente americana, le pareció que algo no acababa de encajar en la manera como él había abordado la cuestión hasta ese momento, que consideró muy analítica y remilgada.\n\nY desconcertante puede resultar —como luminosamente esclarecedor, incluso en mayor proporción— cuando narre que en pleno dominio de las tendencias conceptuales, que en no poca medida derivan del encumbramiento definitivo de Duchamp (hecho del cual, junto con Cage y Jasper Johns, era él mismo uno de los principales responsables), hubiera tomado la decisión sacrílega de pintar, en sentido retiniano, puestas de sol o bodegones de flores y excrementos, precisamente por atenerse a la regla de ir siempre a contracorriente que dicta, miren por dónde, la heterodoxia duchampiana. Y finalmente, hasta a algún que otro despistado podría desconcertar que la deriva política de su obra, sobre la que también se explaya ante Craig-Martin, pueda arrancar precisamente —como el propio Hamilton detalla en uno de los textos del presente monográfico— denunciando los rasgos monstruosos que escondía la faz del líder laborista Hugh Gaitskell, para pasar luego a darle lo suyo, como correspondía, a la señora Thatcher y acabar atribuyéndole sin empacho a Blair, que bien se las había ganado, las trazas de un pistolero.\n\nAbre juego, en todo caso, en este monográfico dedicado al gran artista británico con motivo de su retrospectiva en la Tate Modern y el Museo Reina Sofía1 un texto de Javier Maderuelo, donde el autor dibuja las claves del contexto social y cultural de la Inglaterra de la Posguerra de la Segunda Guerra Mundial donde habría precisamente de irrumpir la convulsión propiciada por el Independent Group, el colectivo multidisciplinar en cuya complicidad y núcleo de debate se forja a la postre la temprana articulación de la apuesta de Hamilton. Apuesta que el propio artista describiría como consecuencia del proceso que, aboliendo toda distinción entre alta y baja cultura, situaba a Elvis y a Picasso en los extremos de la misma línea. Tras lo cual se preguntó: «¿Qué ocurre si juntamos ambas puntas, cerrando el círculo?».\n\nRescatamos además en esta ocasión un muy sugerente artículo, inédito en nuestra lengua, del ensayista y crítico californiano Greil Marcus, uno de los más incisivos analistas de la impronta que el legado de la música popular ha dejado en la cultura del siglo xx y buen conocedor del cosmos de Hamilton. En este caso, Marcus parte del mítico collage del artista ¿Pero qué es lo que hace a los hogares de hoy día tan diferentes, tan atractivos?, para enlazarlo con otros referentes visuales y literarios coetáneos de perfil análogo, como síntomas de un estado de cosas inherente a nuestra condición contemporánea, que encuentra en dichas codificaciones un emblema tan certero y letal como inagotable.\n\nHemos apostado a su vez por incluir una breve antología esencial que da cuenta de la importante deriva que se desdobla en los textos del propio Hamilton, imprescindibles a la hora de esclarecer aspectos sustanciales de su trabajo. Es así, de entrada, en el caso del, ya citado, que dedicó al retrato de Gaitskell, como de los que se refieren a sendas series totémicas: uno donde enlaza el ciclo Interiors con su incisiva lectura de Las meninas, más el que centra ya en el icono velazqueño, y otro sobre la secuencia que edificó a partir de una imagen de prensa de la detención de Mick Jagger. En los dos textos restantes, el artista remite a obras ajenas, cuyos autores le fueron, sin embargo, tan íntimamente próximos: relatando el proceso de la célebre y minuciosa réplica que él mismo acometió del Gran Vidrio de Duchamp, y diseccionando el impulso experimental de los libros de Dieter Roth.\n\nDe hecho, Duchamp y Roth son de nuevo compañeros de viaje esenciales en el texto que el crítico holandés Roland Groenenboom dedica a un capítulo de la biografía de Hamilton estrechamente ligado con nuestro país; y que, justo en razón de ello, hemos creído obligado evocar en estas páginas. Siguiendo las huellas de Duchamp, que pasaba los veranos en Cadaqués, Hamilton visitó la localidad gerundense en 1962 y acabó teniendo allí una casa. Durante las recurrentes estancias estivales que siguieron, y a las que en ocasiones se sumaría Roth, la estrecha complicidad del artista británico con sus dos ilustres colegas habría de depararnos el fruto de muy felices colaboraciones.\n\nYa por último, en esta ocasión, la sección de Arte y Edición se suma también al desarrollo argumental del monográfico, evocando un documento clave, estrechamente vinculado a la eclosión de la trayectoria temprana de Hamilton y a la escena emergente del pop británico. Nos referimos, como es obvio, al legendario catálogo, de tan audaz diseño para la época, de la exposición This is Tomorrow, que el entorno pluridisciplinar y ecléctico del Independent Group presentó, en agosto de 1956, en la Whitechapel londinense.\n\nNOTA\n1 La retrospectiva de Richard Hamilton se presenta en Londres, en la Tate Modern, hasta el 26 de mayo y podrá verse, en versión ampliada, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, desde el 27 de junio hasta el 13 de octubre.

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