The Lost Girls por D.J. Taylor

The Lost Girls es la historia de cuatro mujeres: Lys Lubbock, Sonia Brownell, Barbara Skelton y Janetta Parlade, unidas por su relación con la revista literaria Horizon y su magnético director Cyril Connolly en los años 40 del siglo XX. D. J. Taylor abre una ventana a las vidas de estas mujeres relegadas durante décadas a un segundo plano o al total ostracismo, a pesar de haber convivido con algunos de los escritores y artistas más importantes de la época, quienes evidentemente no escogían su compañía solo por su belleza y elegancia. George Orwell, Anthony Powell, Lucian Freud y Cecil Beaton son algunos de los grandes nombres que se contaron entre sus amigos y amantes.

 

Estas mujeres, poseedoras de un espíritu demasiado libre para la época, se esforzaron por mantener el control sobre su presente y futuro anteponiéndolo a la seguridad de un matrimonio largo y aburrido. Su carácter y presencia las convirtió en el reflejo real de personajes creados por George Orwell, Evelyn Waugh o Nancy Mitford. Pero al leer sobre sus viajes por el mediterráneo, es inevitable pensar en otros como Lawrence Durrell. ¿Llegaron a conocerse Durrell y Barbara Skelton en sus andanzas egipcias? Hay algo de Justine en esa mujer capaz de pasar su luna de miel con Connolly metida en la cama del Rey Farouk.

 

Taylor insiste a lo largo del libro en reivindicar a estas mujeres especialmente frente a Connolly. Cyril parece un monstruo capaz de consumir a las mujeres que se atrevían a acercarse a él para después desecharlas o simplemente olvidarlas con desigual efecto. Desde la desesperada Lys a la carismática Barbara, pasando por la escurridiza Janetta, todas fueron presa en algún momento de las aburridas tareas de oficina en Horizon. El caso de Sonia, que terminaría casándose con George Orwell, es de los más interesantes. Las cartas demuestran cómo ella se convirtió en pocos años en la editora real de Horizon, dado el total abandono de Connolly de sus obligaciones. He aquí una mujer que acabaría conociéndose como la última mujer de George Orwell, cuando fue la editora de facto en la revista literaria más prestigiosa del momento. No encontrarán su nombre en las placas londinenses que recuerdan la sede de la revista.

 

Más allá de los amoríos y relaciones influyentes, la biografía coral de Taylor acierta de pleno al asomarnos desde un grupo poco conocido de mujeres a un momento histórico contado hasta el hastío desde otras perspectivas. Ellas eligieron vivirlo sobre la cuerda floja pero con las dos manos tendidas hacia aquellos que, aún hoy, despiertan las mentes de quienes seguimos leyéndolos, mirándolos. Vivir aquel momento era, desde el punto de vista intelectual y en el mejor de los casos, lo que ellas escogieron.

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