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Durante ocho años y en varios continentes, Alex Majoli ha estado fotografiando eventos y no eventos. Manifestaciones políticas, emergencias humanitarias y momentos tranquilos de la vida cotidiana. Lo que mantiene unidas todas estas imágenes es un sentido del teatro. La sensación de que todos somos actores, todos interpretando las partes que la historia y las circunstancias nos exigen. Las fotografías de Majoli son el resultado de su propia actuación. Al entrar en una situación, él y sus asistentes van lentamente a instalar una cámara y las luces. Esta actividad es un tipo de espectáculo en sí mismo, observado por aquellos que eventualmente serán fotografiados. Majoli comienza a disparar, sin ofrecer dirección a las personas ante su cámara. Esto podría pasar más de veinte minutos. Podría ser una hora más o menos.

Tal vez las personas ajusten sus acciones en anticipación de la imagen por venir. Tal vez refinen sus gestos en la autoconciencia. Tal vez no lo hacen. La representación del drama y el drama de la representación se vuelven uno. El flash de la cámara es instantáneo y mucho más fuerte que la luz del día. Pero toda esta luz sumerge al mundo en la noche, o la luz de la luna. El mundo aparece como un escenario iluminado. Todo parece estar sucediendo al final del día. Justo cuando el mundo debería estar durmiendo, ofrece un mejor rendimiento de sí mismo.

Nunca vemos personas o lugares: vemos la luz que reflejan. Y la calidad de esa luz afecta cómo los entendemos.