Robert Mapplethorpe. La mirada de Almodóvar
Este libro es reflejo de la exposición Robert Mapplethorpe. La mirada de Almodóvar, organizada por la Galería Elvira González, coeditora del libro, en Madrid en junio de 2011.
Robert Mapplethorpe y Pedro Almodóvar se conocieron en Madrid en 1984, durante la visita que el fotógrafo norteamericano realizó con motivo de su exposición en la Galería Fernando Vijande. Era la primera exposición de Mapplethorpe en esta ciudad. Tenía 38 años y estaba en un momento creativo espléndido, como se ve en las fotografías realizadas, como la serie de fotografías Calla Lily o los maravillosos retratos de Ken Moody.
Mapplethorpe ya era un artista consolidado y seguro de sí mismo a mediados de los años ochenta, además de ser un personaje casi de culto dentro de la élite intelectual y social de Nueva York, y también muy conocido en los ambientes gays y sadomasoquistas. Sus fotografías ya habían sido expuestas en las galerías de Robert Miller y Leo Castelli de Nueva York y así como en exposiciones individuales internacionales entre las que se incluye la exposición del Institute of Contemporary Arts de Londres.
En ese momento, Pedro Almódovar era un conocido cineasta del underground español. Eran los años de la movida madrileña y, al parecer, Robert y Pedro salieron de fiesta por Madrid, que en ese momento era una ciudad acogedora y abierta a artistas extranjeros, y sobre todo y como reflejo de la movida, muy receptiva a jóvenes artistas más cerca del underground que del establishment.
Pedro Almodóvar todavía recuerda el impacto que le produjo la exposición retrospectiva de Mapplethorpe, en 1988 en el Whitney de Nueva York meses antes de la muerte del artista, de la que todavía guarda el catálogo. ?
Muchos de estos datos nos eran desconocidos hasta que le propusimos a Pedro Almodóvar que ejerciera de comisario de una exposición de Robert Mapplethorpe con la que la Galería Elvira González iniciaba la relación con la Fundación Robert Mapplethorpe. Almodóvar aceptó con gusto, rechazando la idea de ser comisario, pero seleccionando imágenes seductoras y poderosas y que luego agrupó en la instalación de las fotografías en las salas de la galería, haciendo de la exposición de Robert Mapplethorpe, una experiencia visual almodovariana.
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