Los Troncos
Quizás estos troncos una vez fueron cerezos de incandescentes hojas rojas o temblorosos abedules de ribera. Bajo sus ramas, pequeños seres vivieron una vida alegre y llegaron a sestear desconocidos caminantes, envueltos en una suave brisa campestre. Tras el paso del leñador y el ruido de su sierra quedó un montón de troncos desprendiendo un intenso olor a madera. Pocas semanas más tarde, viajaron hasta la serrería bien apilados sobre la plataforma de un camión maderero.
Ahora estamos en otro tiempo, en otro lugar. Convertidos en recuerdo, solo la memoria puede ayudar a recuperar aquellos troncos, como lo haría un niño, jugando con ellos de acuerdo a su naturaleza actual, tratando de apilarlos, de llegar al límite de su inestable equilibrio. Siendo naturalezas muertas proceden y siguen vinculándonos a una naturaleza viva
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