Capitalismo funeral
Nadie quería que llegara a convertirse en realidad, pero todos estaban esperando que ocurriera. Pocas épocas en la historia han gozado de tanto desprestigio como ésta. La pérdida del valor del esfuerzo, el deterioro de la educación, la corrupción de los políticos, los deportistas y los banqueros, la trivialización de la mor al, el aumento de la injusticia y la desigualdad, el menosprecio de los maestros y la insatisfacción laboral, la congelación salarial y la superexplotación de los más débiles, la destrucción del planeta, el camelo del arte, el regular apaleamiento de las focas. Una tras otra, la enumeración de las características de la máxima actualidad fueron correspondiéndose con un periodo de máxima decadencia. Ahora, por fin, ha sobrevenido un fenómeno colosal que ha frenado esta deriva: la Crisis. La llamada en un principio crisis financiera, pero que en rigor significa el derrumbe de un tiempo entero, el ocaso de una cultura y acaso de un sistema que ha alcanzado el cenit de su depravación. La crisis, en suma, no significaría otra cosa que el sonoro final de una era y el comienzo, previsiblemente, de otra etapa, quizás mejor, en la historia de la Humanidad.
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